Muchas mujeres, en distintas etapas de su vida, pueden notar cambios en el tacto vaginal, sobre todo una sensación de flojedad. Se trata de una preocupación frecuente, sobre todo después de acontecimientos como el parto, la menopausia u otros cambios en la salud y el estilo de vida. La vagina, como cualquier otra parte del cuerpo, puede perder naturalmente parte de su tono y elasticidad como consecuencia de los cambios hormonales, el estrés físico o el envejecimiento. Reconocer estos cambios es un paso importante para abordar las preocupaciones, lo que permite a las mujeres buscar opciones para recuperar la comodidad y la confianza en su cuerpo.
¿Qué es la laxitud vaginal?
La laxitud vaginal (LV) es una afección que no está bien definida; sin embargo, se caracteriza por una sensación de excesiva holgura en la vagina, a menudo relacionada con una disminución de la sensación sexual durante el coito.1,2 Una encuesta internacional de uroginecólogos identificó el introito vaginal como la zona más comúnmente afectada.2 El diagnóstico de la laxitud vaginal requiere una cuidadosa atención a los síntomas de la paciente, junto con una exploración física exhaustiva y una evaluación psicosexual para confirmar la afección.3
¿Es frecuente la laxitud vaginal?
Se calcula que afecta a entre el 24% y el 38% de las mujeres, sobre todo a las más jóvenes, las que han tenido partos vaginales o las que presentan síntomas de prolapso de órganos pélvicos.4 A pesar de su prevalencia, la LV no suele tratarse con los profesionales sanitarios. Esto puede deberse a la escasez de tratamientos basados en pruebas, a la vergüenza de las pacientes o a la falta de concienciación de los profesionales.5 Sin embargo, cada vez hay más interés en los tratamientos de la laxitud vaginal, sobre todo mediante la cirugía estética genital femenina.6
La piel de los labios mayores puede perder firmeza debido a diversos factores, entre ellos:
¿Qué hace que la vagina esté suelta?
A continuación se exponen algunas de las principales causas de la laxitud vaginal y cómo se producen estos cambios:
1. Parto (parto vaginal)
Una de las causas más frecuentes de laxitud vaginal es el parto vaginal, sobre todo en los casos en que la mujer ha tenido varios partos. Durante el parto, los tejidos vaginales, los músculos y las estructuras circundantes se estiran considerablemente para permitir que el bebé atraviese el canal del parto. Aunque estos tejidos están diseñados para estirarse, no siempre vuelven completamente a su estado anterior al embarazo.
Los músculos del suelo pélvico y las paredes vaginales suelen estirarse en exceso o dañarse durante el parto. Además, los bebés grandes (macrosomía fetal) o el uso de instrumentos como fórceps o ventosa durante el parto vaginal pueden exacerbar este estiramiento o provocar desgarros.
El parto también puede dañar los tejidos conjuntivos que dan soporte a la vagina. Estos tejidos pueden no curarse completamente, lo que provoca una pérdida de tono vaginal. Este estiramiento y daño contribuye a la sensación de laxitud vaginal, especialmente cuando los músculos del suelo pélvico están debilitados.
2. Cambios hormonales (Perimenopausia y Menopausia)
Las fluctuaciones hormonales, en particular la disminución de los niveles de estrógeno durante la perimenopausia y la menopausia, tienen un profundo impacto en la estructura y la función de los tejidos vaginales.
Los estrógenos ayudan a mantener el grosor, la elasticidad y la lubricación de las paredes vaginales. A medida que los niveles de estrógeno disminuyen con la edad, los tejidos vaginales se vuelven más finos, más secos y menos elásticos. Este debilitamiento de los tejidos vaginales, conocido como atrofia vaginal, puede contribuir a una sensación de laxitud.
El colágeno es esencial para mantener la firmeza de los tejidos. La disminución natural de la producción de colágeno a medida que la mujer envejece provoca una reducción de la fuerza y resistencia de los tejidos vaginales. La disminución de los niveles hormonales, sobre todo de estrógenos, puede hacer que las paredes vaginales sean más frágiles y menos capaces de conservar su firmeza, lo que puede percibirse como una sensación de flojedad.
3. Envejecimiento
El propio envejecimiento, aparte de los cambios hormonales, provoca una disminución gradual de la elasticidad y firmeza de todos los tejidos, incluidas las paredes vaginales. El proceso natural de envejecimiento conlleva la pérdida de tono muscular. Los músculos que sostienen la vagina, sobre todo los del suelo pélvico, se debilitan con el tiempo. Este debilitamiento reduce el tono general y el soporte del canal vaginal.
Degeneración de los tejidos: A medida que envejecemos, el cuerpo produce menos elastina y colágeno, ambos fundamentales para la resistencia y elasticidad de los tejidos. Esto provoca una reducción de la elasticidad de la pared vaginal y de la capacidad de recuperar su estado anterior al estiramiento tras el parto u otras tensiones físicas. Como resultado, las mujeres pueden experimentar laxitud vaginal a medida que envejecen, incluso sin antecedentes de parto.
4. Trastornos del tejido conjuntivo
Algunas mujeres están genéticamente predispuestas a padecer trastornos del tejido conjuntivo que pueden hacerlas más propensas a experimentar laxitud vaginal. Afecciones como el síndrome de Ehlers-Danlos, que afecta a los tejidos conjuntivos del cuerpo, pueden debilitar las paredes vaginales y las estructuras pélvicas de soporte, provocando una mayor laxitud.
En estas afecciones, los tejidos conjuntivos que normalmente proporcionan firmeza y soporte a la zona vaginal pueden ser anormalmente elásticos o frágiles, lo que hace que la vagina sea más propensa a la laxitud, sobre todo después del parto u otros factores estresantes.
5. Obesidad
El exceso de peso puede ejercer una presión adicional sobre los músculos y tejidos del suelo pélvico. Con el tiempo, esta tensión adicional puede debilitar estos músculos y estirar las paredes vaginales, provocando una sensación de flojedad.
La obesidad provoca una mayor presión intraabdominal, lo que supone una carga constante para el suelo pélvico. Esta tensión constante debilita los músculos y tejidos que sostienen la vagina, haciendo más probable el desarrollo de la laxitud.
6. Prolapso de órganos pélvicos
El prolapso de órganos pélvicos se produce cuando los músculos y tejidos que sostienen los órganos pélvicos (como la vejiga, el útero y el recto) se debilitan, haciendo que estos órganos presionen contra el canal vaginal o desciendan hacia él. Esto puede contribuir a la sensación de flojedad vaginal.
El prolapso ejerce una presión adicional sobre las paredes vaginales, estirándolas más allá de su rango normal y provocando una pérdida de tono. Las mujeres con afecciones como el prolapso de vejiga o de útero suelen tener sensación de flojedad debido al abombamiento o descenso de estos órganos en el espacio vaginal.
El prolapso puede agravarse por factores como los partos vaginales múltiples, el esfuerzo crónico (por ejemplo, por estreñimiento) o levantar objetos pesados, que ejercen una presión excesiva sobre el suelo pélvico.
7. Actividades sexuales
Aunque la actividad sexual en sí no causa laxitud vaginal, puede contribuir a un aflojamiento o estiramiento temporal de los tejidos vaginales durante el coito. Sin embargo, la vagina tiene una notable capacidad para volver a su estado normal después del coito.
Cambios vaginales a lo largo de la vida de la mujer
La vagina experimenta distintos cambios a lo largo de la vida de una mujer, influida por factores como los cambios hormonales, el envejecimiento y las experiencias reproductivas. He aquí un desglose de las principales etapas y cambios:
1. Prepubertad (de la infancia a la niñez)
- Influencia mínima de los estrógenos: Durante este periodo, los niveles de estrógeno son bajos, lo que provoca un revestimiento vaginal fino.
- pH neutro: El entorno vaginal es más neutro (en comparación con el pH ácido de la pubertad y la edad adulta), lo que puede hacer que las chicas jóvenes sean más susceptibles a las infecciones.
- Secreciones mínimas: Las secreciones vaginales son escasas, y la vulva puede parecer más delicada.
- Consideraciones higiénicas: Debido a la falta de protección hormonal, es necesario prestar especial atención al mantenimiento de la higiene y a la prevención de infecciones.
2. Pubertad
- Aumento hormonal: El inicio de la pubertad conlleva un aumento de los niveles de estrógeno, lo que estimula el crecimiento de la vagina y el engrosamiento del revestimiento vaginal.
- Aumento de la lubricación: Las secreciones vaginales aumentan debido a la activación de las glándulas, y estos cambios favorecen la salud reproductiva.
- pH ácido: El entorno vaginal se vuelve más ácido, lo que proporciona protección contra las infecciones.
- Desarrollo del vello púbico: Junto a los cambios internos, se producen cambios externos, como el crecimiento del vello púbico.
3. Cambios vaginales durante el ciclo menstrual
- Variaciones cíclicas: Las fluctuaciones hormonales, sobre todo de estrógenos y progesterona, afectan al grosor del revestimiento vaginal y a los niveles de lubricación.
- Aumento de la lubricación a mitad del ciclo: La ovulación suele producir más secreciones, lo que favorece el movimiento de los espermatozoides y aumenta la comodidad durante el coito.
- Cambios de sensibilidad: Las fluctuaciones hormonales a lo largo del ciclo menstrual de la mujer pueden tener un impacto significativo en la sensibilidad vaginal, la excitación sexual y la sensación general. Estos cambios están impulsados principalmente por dos hormonas clave, el estrógeno y la progesterona, que suben y bajan en distintos momentos del ciclo, influyendo en cómo responde el cuerpo a los estímulos sexuales.
4. Cambios vaginales durante el embarazo y el posparto
- Aumento del flujo sanguíneo y oscurecimiento: El embarazo conlleva un aumento de la vascularidad en la vagina, lo que a veces provoca un tono violáceo (signo de Chadwick).
- Aumenta la elasticidad: Las paredes vaginales se estiran y se vuelven más elásticas en preparación para el parto.
- Cicatrización posparto: Tras el parto, la vagina necesita tiempo para recuperarse, y las mujeres pueden experimentar laxitud temporal, desgarros o sequedad, sobre todo si dan el pecho (debido a los niveles más bajos de estrógenos).
5. Perimenopausia y menopausia
- Disminución de estrógenos: A medida que disminuyen los niveles de estrógeno, puede producirse una atrofia vaginal, que hace que el revestimiento vaginal se vuelva más fino y frágil.
- Lubricación reducida: La sequedad vaginal es frecuente durante este periodo, lo que hace que el coito resulte incómodo para algunas mujeres.
- Disminución de la elasticidad: Las paredes vaginales pierden parte de su elasticidad, lo que puede provocar sensación de incomodidad.
6. Postmenopausia y envejecimiento
- Adelgazamiento continuado: La atrofia vaginal puede empeorar con el tiempo, con un mayor adelgazamiento del revestimiento y una posible fragilidad.
- Disminución del flujo sanguíneo: Se reduce el flujo sanguíneo a la zona vaginal, lo que contribuye a disminuir la sensibilidad.
- Cambios en la flora vaginal: El equilibrio del pH puede volver a cambiar, alterando la flora vaginal y aumentando el riesgo de infecciones como la vaginosis bacteriana o las infecciones del tracto urinario.
Desde la infancia hasta el envejecimiento, cada etapa de la vida conlleva cambios vaginales únicos, lo que subraya la importancia de un cuidado adaptado para una salud vaginal óptima en cada fase.
Mitos comunes sobre la laxitud vaginal
He aquí algunos de los mitos más comunes sobre la laxitud vaginal y la realidad que hay tras ellos.
Mito 1: El parto siempre provoca una relajación vaginal permanente
La realidad: Aunque es cierto que el parto vaginal estira las paredes vaginales y los músculos del suelo pélvico, no siempre provoca una soltura vaginal permanente. Después del parto, los tejidos vaginales recuperan naturalmente gran parte de su elasticidad y tono con el tiempo, especialmente con ejercicios adecuados del suelo pélvico, como los Kegel. Algunas mujeres pueden experimentar una flojedad temporal, pero muchas recuperan la firmeza anterior al embarazo con el tiempo y el ejercicio. En algunos casos, el parto puede provocar cambios a largo plazo, pero suelen ser manejables con fisioterapia u otros tratamientos.
Mito 2: Cuantas más parejas sexuales tengas, más floja estará tu vagina
La realidad: Éste es uno de los mitos más persistentes y perjudiciales sobre la laxitud vaginal. La laxitud vaginal no tiene nada que ver con el número de parejas sexuales que haya tenido una mujer. La vagina es un órgano muscular diseñado para estirarse y volver a su estado normal tras la actividad sexual. La sensación de laxitud vaginal está más relacionada con factores como el envejecimiento, el parto o los cambios hormonales que con los antecedentes sexuales. El número de parejas sexuales o la frecuencia de las relaciones sexuales no afectan a la tirantez vaginal a largo plazo.
Mito 3: El envejecimiento natural provoca una gran flojedad vaginal
La realidad: Aunque el envejecimiento produce cambios en el cuerpo, incluida la vagina, no necesariamente provoca una laxitud vaginal grave en todas las mujeres. La menopausia, con su descenso asociado de estrógenos, puede provocar atrofia vaginal (adelgazamiento y sequedad de las paredes vaginales), pero esto es distinto de la laxitud vaginal. Aunque algunas mujeres pueden sentir un cambio en la tirantez debido al debilitamiento de los músculos y tejidos conjuntivos, el envejecimiento no significa automáticamente una flojedad vaginal significativa o problemática. Los ejercicios regulares del suelo pélvico pueden ayudar a mantener el tono muscular y reducir la probabilidad de laxitud a medida que la mujer envejece.
Mito 4: La cirugía es la única solución para la laxitud vaginal
La realidad: La cirugía, como la vaginoplastia, no es la única solución para la laxitud vaginal. De hecho, muchas mujeres pueden mejorar significativamente la sensación de tirantez vaginal con métodos no invasivos. Los ejercicios del suelo pélvico (Kegels) son muy eficaces para fortalecer los músculos que sostienen la vagina, mejorar el tono y reducir la laxitud. La fisioterapia del suelo pélvico también puede ayudar a las mujeres a recuperar el control muscular y a tratar las molestias asociadas a la laxitud vaginal. Además, algunas mujeres optan por terapias con láser o tratamientos de radiofrecuencia, que son métodos no quirúrgicos que estimulan la producción de colágeno en los tejidos vaginales, ayudando a tensar y rejuvenecer la zona.
Mito 5: Una vagina floja siempre está relacionada con la disfunción sexual
La realidad: La laxitud vaginal no equivale necesariamente a disfunción sexual. Aunque algunas mujeres pueden experimentar una disminución de la sensibilidad durante el coito debido a la laxitud vaginal, otras pueden no notar ningún cambio en su satisfacción sexual. En la función sexual influyen muchos factores, como la conexión emocional, la salud mental y el bienestar físico general. La laxitud vaginal es sólo un factor potencial, y no siempre provoca una disminución del placer sexual. Muchas mujeres con laxitud vaginal siguen teniendo experiencias sexuales satisfactorias y placenteras, con o sin tratamiento.
Mito 6: La laxitud vaginal puede prevenirse evitando el parto vaginal
La realidad: Aunque el parto vaginal es una causa frecuente de laxitud vaginal, optar por una cesárea no garantiza la prevención. Otros factores, como la genética, los cambios hormonales, el envejecimiento y los hábitos de vida (como la inactividad física o el sobrepeso), también pueden contribuir a la laxitud vaginal. También es importante tener en cuenta que las cesáreas conllevan sus propios riesgos, y no se recomienda elegir este método de parto únicamente para evitar la laxitud vaginal sin hablar de otras razones médicas con un profesional sanitario.
Mito 7: Todas las mujeres experimentan laxitud vaginal después de la menopausia
La realidad: La menopausia puede provocar cambios en la vagina debido a la reducción de los niveles de estrógeno, como sequedad y adelgazamiento de las paredes vaginales, pero no todas las mujeres experimentan laxitud vaginal. Mientras que algunas pueden notar una diferencia en la elasticidad de sus tejidos vaginales, otras pueden no sentir cambio alguno. Además, cualquier laxitud asociada a la menopausia puede mejorarse a menudo mediante terapia hormonal sustitutiva (THS), cremas hidratantes vaginales o ejercicios específicos para el suelo pélvico.
Mito 8: No puedes hacer nada para mejorar la laxitud vaginal
La realidad: La laxitud vaginal no es una afección irreversible. Hay muchas opciones a disposición de las mujeres que quieran tratarla. Más allá de la cirugía, los tratamientos no invasivos, como los ejercicios del suelo pélvico, la fisioterapia y los tratamientos con láser o radiofrecuencia, pueden ayudar a restablecer la tirantez y mejorar el tono muscular. Los ejercicios de Kegel, en particular, son una forma excelente de fortalecer el suelo pélvico y mejorar la estrechez vaginal. En los casos más graves, se recomienda consultar a un profesional sanitario para obtener opciones de tratamiento personalizadas.
Atención profesional para tu salud vaginal
La laxitud vaginal es una parte normal del envejecimiento y del parto. No dejes que te preocupe. Habla con tu médico sobre ejercicios del suelo pélvico, tratamientos no invasivos y otras formas de controlar tu salud pélvica. Es frecuente, y puedes mantener tu confianza y bienestar.
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Referencias
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